Mi Lugar

Desde el momento en que uno nace ocupa un lugar territorial, físico, pocas veces estratégico, pero definido. Siempre la ocupación de ese lugar estará en manos de terceros, generalmente nuestros padres, y es nuestro deber, o nuestra naturaleza, con el correr del tiempo, buscar nosotros mismos nuestro propio lugar, darnos el lugar de ser independientes y autónomos.

Por algún motivo, la adolescencia es una edad crucial para definir o empezar a proyectar nuestro camino, a algunos la adolescencia nos dura mucho tiempo por lo cual lo empezamos más tarde, pero en definitiva es esta edad donde empezamos a vernos como seres independientes y con proyección de adultos.

Esta idea de la propia identidad, de la individual, surge paralelamente con la idea de lugar, de encontrar ese lugar, que no es ni más ni menos que el punto completo de relax, deseo y satisfacción, de propia identificación, de bienestar, ese lugar al que llamamos “mi lugar en el mundo”. Este refugio mental que creamos, que sabemos que existe en algún sitio de este planeta es el punto indicado en donde terminamos con los pesares del pasado y proyectamos los devenires del futuro. Muchas veces nos pasamos la vida buscando este lugar soñado, algunos nos inclinaremos mas por las montañas, otros por las playas, otros quizás por áridos desiertos o por una frondosa selva, y también, porque no, la ciudad más poblada del mundo. No importa cómo ni dónde pero ese lugar en algún sitio está y nuestra misión es encontrarlo; con esta idea, quienes pueden se recorren el mundo buscándolo y muchas veces la decepción es muy grande cuando ese sitio al que llegan no es el que esperaban. No sienten ese sitio como “su” lugar.

Tenemos que entender que esta búsqueda del lugar propio no es más que una excusa mental, un juego que la mente nos pone, una distracción, con la sola idea y convicción de frustrarnos; entiendan que la mente es nuestra peor enemiga, siempre. Es quien nos limita, nos prohíbe, nos dice que está bien y que no, qué camino seguir sin dejarnos llevar por nuestra intuición o nuestro conocimiento ancestral. La mente nos pone trampas continuamente y en éste caso con el fin de tenernos distraídos nos lleva a buscar un lugar enigmático para el cual fuimos creados, y pasar mucho tiempo en su búsqueda, hasta casi perder totalmente el tiempo.

Encontraremos lugares fascinantes, increíbles, bellísimos donde en principio tendremos esa sensación de “este si es el lugar” pero esta idea o sentimiento solo serán pasajeros, no duraran, con el tiempo volverán a pesarnos las cargas que traíamos de antes, del camino recorrido y allí surgirá la decepción. Para la mente no hay peor enemigo que la serenidad, y la serenidad no es exterior, es interior. Un ser sereno, que encontró su centro, un ser estable emocionalmente y que puede aquietar su mente es un enemigo indestructible de la mente y un aliado indudable de la felicidad, del amor.

Este lugar enigmático donde realmente nos sentiremos a gusto no está en ninguna parte, jamás llegaremos allí, nunca lo descubriremos recorriendo el mundo, ese lugar no está más que dentro de nosotros en nuestro propio ser interior. Donde sea que vayamos por más bello que sea el paisaje, nuestros pesares, nuestros temores, rencores, sufrimientos, seguirán con nosotros, no es un lugar bello lo que cambiara nuestro ser. El cambio es de adentro hacia afuera, cambiemos adentro, seamos bellos y felices por dentro y haremos bello y feliz nuestro entorno. No busquemos el paraíso más que en nuestros ojos, más que en nuestra alma.

Sin dudas, no podemos evitar mencionar, las energías. Existen diversos tipos de energías y hay que saber que las energías se atraen por similitud, así como ocurre con las personas, que tarde o temprano solo vamos a relacionarnos con personas que vibren en nuestra misma frecuencia (esto solo ocurre si “despertamos” a tiempo), lo mismo ocurre con los lugares, por eso hoy mencionaba lo de las montañas, playas, selvas, etc. Siempre vamos a sentirnos más identificados o a gusto con aquellos lugares que se asemejen a nuestra vibración energética y sería conveniente para nuestra propia evolución seguir nuestros sentidos al respecto, hacerle caso a ese “no sé qué” que nos lleva hacia algún lado; pero sin dejar de entender que la revolución, el cambio o la búsqueda siempre es interna, siempre comienza de adentro hacia afuera.

En definitiva saber que el lugar más sagrado, bello y paradisíaco que podamos encontrar no está ni más ni menos que donde nosotros estamos. Y en el momento que logremos estar en eje con nosotros mismos, no habrá lugar en el mundo donde no seamos completamente uno con el universo.

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