El Miedo

Según la Real Academia Española la definición de miedo es:

(Del lat. metus).

  1.  m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.
  2.  m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.

Todos absolutamente todos lo sentimos alguna vez, y si bien puede ser un mecanismo de defensa, también es un mecanismo de autodestrucción. Que el miedo paraliza no es una novedad, que el miedo inhibe, coarta, priva, ya lo sabemos. Lo que hay que entender es que el miedo de por sí solo no existiría, no existiría el miedo sin la capacidad nuestra de limitarnos. El miedo es una condición humana, una alerta, la alerta es de “ojo con lo que puede pasar”, pero esa advertencia no es válida si lo que va a pasar es bueno, solo que no lo sabemos y ante la duda, no reaccionamos. No arriesgamos a estar bien por la posibilidad de estar mal, por el miedo de estar mal.

Sucede que, como dice aquel dicho de nuestras abuelas, “el que se quema con leche, ve la vaca y llora” entonces “alejen las vacas por favor!”. Deberíamos dejar ver la posibilidad de que esta vez las cosas nos pueden salir bien, esta vez sí! ¿Porque no?  Además, si ya conocemos el suelo, ya estuvimos bien abajo, y ya lo sufrimos, lo único que nos resta es comenzar a subir, avanzar, crecer, ser felices!

Muchas veces cuando uno termina una relación y ésta fue caótica, tormentosa, devastadora o sencillamente culmino, nos vemos en ese punto intermedio de decir “no quiero saber nada con nadie”. MENTIRA! Estamos paralizados de pánico! Tememos que eso que nos paso, nos vuelva a pasar! Entonces preferimos alejarnos de cualquier posibilidad de sufrir, y sin querer nos alejamos de cualquier posibilidad de amar. Y dejamos pasar todas las posibilidades que la vida nos presenta, y dejamos pasar LAS POSIBILIDADES; sabemos que “cuando se cierra una puerta se abre una ventana” ¿verdad? Bueno de eso se trata la vida, la vida es una constante elección, y de tener el coraje suficiente para elegir.

Pónganse a pensar las cosas que se privaron en la vida por tener miedo, las cosas que no se animaron porque alguien les decía “no, estás loco”, “te vas a matar”; recuerdo la vez que hice la caída libre en paracaídas, uau! Que experiencia increíble! Pero si le hubiera hecho caso a aquellos que me decían que no lo haga, no lo hubiera disfrutado. O cuando me dijeron ¿vamos a escalar el volcán Lanin? Obvio, vamos! Y nadie me detuve a pesar de mi amateurismo. Digo, la vida se trata de eso, de hacer las cosas que uno quiere, las que siente, las que nos llenan el alma y de buscar la felicidad. O mismo cuando terminaba una relación dolorosa, todos me decían “bueno ahora a disfrutar! Y no te enamores de nadie!» ¿Qué? Si es hermoso enamorarse! ¿Cómo no lo voy a intentar?

Claro intentaban evitar verme sufrir, y sin querer evitaban verme amar.

El miedo trae aparejado muchas consecuencias y una de las peores, según yo creo, es la duda. La duda de que hubiera pasado si lo hubiésemos intentado, que hubiera pasado si no lo hubiésemos hecho caso al miedo. Yo, elijo jamás quedarme con la duda! Suelo no arrepentirme de nada en la vida, porque estoy seguro de que cuando decidí hacerlo estaba seguro y convencido que esa elección era la mejor y más allá de los resultados o las consecuencias, así lo fue. Y si de algo debiera arrepentirme sería de las cosas que no hice por miedo, y no de las que hice y los resultados no fueran los esperados. Al menos, lo intento. De eso se trata, y como dice el slogan de una bebida gaseosa.. “animarse a mas!”; es la forma correcta de hacer nuestros caminos, de decidir lo que queremos de nuestras vidas y de, finalmente, amar sin medida, sin razón, y sin miedo.

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